No voy a hacer una clásica biografía sobre Pascal, no es la intención. Para eso mejor me remito a buenas páginas donde se puede encontrar amplia información sobre la vida de Pascal, y numerosas referencias bibliográficas, como el enlace que dejamos al final.
Simplemente por situarlo, y porque es necesario para entenderlo mejor, conviene saber que fue un genio francés del siglo XVII, que destacó como matemático, físico, experto en geometría y sobre todo ha llegado a nosotros como pensador y filósofo. En todo caso antes de leerlo conviene situarlo históricamente por la influencia que tuvo en su obra el jansenismo y la filosofía racionalista de su época.
Sin duda su obra más célebre, considerada como una de las mejores obras literarias en lengua francesa, son los Pensamientos. Y realmente es la obra que nos interesa, y de la que os quería hablar, porque recoge la mayor parte de su pensamiento.
La obra de Pascal es profunda, es de una agudeza como pocas, y sencilla de leer, porque son eso, pequeños pensamientos, algunos son mera citas, otras recogen un pensamiento más desarrollado, sin pasar ninguno de ellos (que yo recuerde) de las dos páginas. Sin embargo, todo desprende una filosofía completa y una coherencia de pensamiento.
Un pensamiento necesario hoy en día
Es un pensamiento completamente actual, dice cosas tan relevantes hoy en día, como aquello de que todos los males de la humanidad vienen de la incapacidad del hombre de permanecer en una habitación solo. Que da para mucho más que para considerarlo un aforismo logrado.
Una de las bases de su pensamiento viene de esa famosa frase suya, “El corazón tiene razones que la razón no entiende” lo cual viniendo de un científico y matemático, con una mente racional y científica abre un pensamiento muy interesante, y es que efectivamente, “es el corazón, y no la razón, quien siente a Dios. Esto es la fe. Dios sensible al corazón, no a la razón”.
La “apuesta” sobre la coherencia en la vida a la luz de la Fe es una de las cuestiones más conocidas y relevantes de Pascal, por su necesidad de coherencia, “Estamos embarcados… Porque en el terreno de la Fe, el ser humano se ve obligado a apostar; la vida misma se lo exige, ante la imposibilidad que tiene la razón para saber si Dios existe: «Incomprensible que Dios exista, e incomprensible que no exista».
Un punto de partida de cualquier pensamiento es aquel clásico, que adapta Pascal: “El conocimiento de uno mismo es el principio de toda sabiduría” y en éste sentido otras perlas extraídas de sus pensamientos “Convierte tu mirada hacia adentro y encontrarás a un mundo en tu interior”, “La pasión es la llave que abre todas las puertas del conocimiento” o “El que no tiene fe en sí mismo no puede tener fe en nada».
Es muy conocida la metáfora de la “caña pensante”, referida a la mente humana, y que tiene que ver con ese aparente contrasentido para Pascal que supone la contraposición entre la total indefensión que padece el hombre ante el poderío de las fuerzas del universo, frente a su superioridad sobre la inmensa materia gracias a la racionalidad.
Efectivamente, como diría el propio pensador, “el hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza, pero es una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme para aplastarlo: un vapor, una gota de agua bastan para matarlo. Pero aun cuando el universo le aplastara, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata, porque sabe que muere y lo que el universo tiene de ventaja sobre él; el universo no sabe nada de esto”.
Acabo de escribir un libro sobre razón y Fe, y os dejo como mejor resumen de mi parecer sobre Pascal, todo lo que me ha aportado:
“A mi me ha sucedido que en la vida vas rumiando ciertas ideas, y de repente te encuentras con alguien que lo ha sabido plasmar y desarrollar en toda su amplitud, y además ha llegado a un plano de razonamiento magistral. Un genio universal que proyecta con maestría tus cuatro ideas deshilachadas. Y encuentras una afinidad de la que nace un cariño especial, con la única pena de no haberlo podido conocer personalmente. Ese es mi querido Pascal para mí.
Y a partir de ahí te puedes poner en camino, de otro modo. Y es que efectivamente, en todo proceso hay un momento en que hay que decidir drásticamente. No es distinto el camino de la vida, la Fe también se vive a veces con dudas. Pero también quedarse fuera genera dudas. El camino irremediablemente se bifurca. En medio de ambos sólo queda un terreno pantanoso por el que si uno discurre, antes o después acaba hundiéndose, enfangado, sin saber si en realidad va hacia uno u otro sitio. Ante esta situación, ¿qué es mejor?, ¿vivir con los valores cristianos o no hacerlo?, ¿son buenos para mi vida?, ¿conozco algún otro orden de ideas y valores coherente que me ofrezca una vida más feliz y completa?, ¿existen proyectos completos que resulten mejores?. Poneos a pensar, pero valorad un proyecto integral, una respuesta completa a una vida. No valoréis ideas concretas, o actos concretos, que siempre son mejorables y discutibles, que en momentos determinados pueden ser más atractivos, pero que suponen un deslavazado proyecto que en ocasiones da respuestas o ideas incluso contradictorias. Hay que valorar una razón de vida.
La magnitud de la pregunta, y de sus consecuencias es tal, que me complace terminarlo y resumir este librito de nuevo con palabras de Pascal, “no nos queda mucho margen si queremos vivir plenamente: O Dios existe o no existe, ¿por cuál de las dos hipótesis apuesta?:
– Por ninguna de las dos. La respuesta más apropiada es no apostar por ninguna de las dos.
– Se equivoca usted. Quiera usted o no. Es preciso apostar”.
Creo que poco más puedo aportar a nivel personal, cuando cierro mi libro, en el que incluyo un testimonio personal de Fe, con el propio Pascal.
Un autor que sigue aportando mucho
Como curiosidad, por si hay algún lector del Camino Neocatecumental, recuerdo una entrevista a Kiko Argüello de hace unos años en la que dijo que gran parte intelectual del Camino se la debía a dos obras que le habían cambiado, la «Historia de Cristo», maravillosa visión de Cristo de Giovanni Papini, y los «Pensamientos» de Pascal. Suscribo ambas, y amplio mi recomendación a los escritos que publicó el propio Kiko Argüello hace pocos años. Una obra con reflexiones y pensamientos, en la línea de tantas grandes obras como estos Pensamientos, o como Camino o Surco, entre tantas obras sumamente recomendables para ayudarnos a tener una pequeña pero profunda reflexión personal cada día.
Pues bien, este personaje incomparable fue Pascal. Para concluir nos remitimos a lo que Chateaubriand escribió de él en “El genio del cristianismo”, un tratado en el que Chateaubriand defiende la sabiduría y belleza del cristianismo: “Hubo un hombre que, a los doce años, con barras y redondeles, había creado las matemáticas; que, a los dieciséis, había realizado el más sabio tratado sobre las cónicas que se había visto desde la antigüedad; que, a los diecinueve, redujo a máquina una ciencia que existe toda entera en el entendimiento; que, a los veintitrés, demostró los fenómenos de la pesadez del aire y destruyó uno de los grandes errores de la física antigua; que, a esa edad en que los hombres comienzan apenas a nacer, habiendo acabado de recorrer el círculo de las ciencias humanas, se apercibió de su nada e hizo girar sus pensamientos hacia la religión; que, a partir de ese momento y hasta su muerte, que acaeció en su trigesimonono aniversario, continuamente enfermo y colmado de sufrimientos, fijó la lengua que hablaron Bossuet y Racine, dio el modelo de la más perfecta ironía como el razonamiento más poderoso; y que, finalmente, en los breves intervalos de sus males, resolvió por abstracción uno de los más altos problemas de la geometría, y dejó caer sobre el papel pensamientos que son tan divinos como humanos. Este genio tremendo se llamaba Blaise Pascal”.
Os dejamos enlaces, entre otros a la biografía de Pascal.






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