Nubosidad Variable. Carmen Martin Gaite.
No hará mucho que hablando con un amigo de la infancia compartíamos similares preocupaciones. A pesar de los años que nos han ido cayendo hay dos cosas que nunca habíamos conseguido entender. La primera es cómo fue posible que a Ayala, uno de los mejores centrales que ha tenido el Valencia CF en su historia, lo dejaran marchar en un gran momento, y encima se fuera gratis. La segunda cuestión eran las mujeres. Evidentemente nos pareció más sensato buscar una solución a la zaga valencianista, que al fin y al cabo aquellos años contaba con Marchena y Albiol, dos centrales muy solventes, antes que ahogarnos en aguas procelosas.
Sin embargo, lo cierto es que años después cayó en mis manos este libro y puedo decir que es posiblemente el libro que más me ha ayudado a entender a las mujeres. Al menos a cambiar ciertas perspectivas. Bueno, en cierta medida, claro, tampoco vayan a pensar que he visto la luz como San Pablo, como humilde cristiano tengo la certeza de que muchos misterios no se nos revelarán hasta haber pasado a la otra vida.
Bromas aparte, lo cierto es que es un libro que me sorprendió y agradó a partes iguales. Creo que es un gran libro, me atrevería a decir, en mi humilde opinión que es su mejor libro, y eso, dentro de la obra de Carmen es mucho decir.
El libro está narrado a través de una correspondencia entre dos amigas, cosa que a priori ya me motivaba poco. Pero ese es finalmente, uno de los mejores recursos del libro. Mariana y Sofía son dos amigas de la infancia, que en lugar de hablar de tonterías futbolísticas como mi amigo y yo, desgranan la profundidad de su vida a través de sus cartas. Tras años de haberse separado, por una tontería casi juvenil, las amigas se reencuentran, y ese es el punto de partida de una relación epistolar que va trenzando la novela desde la vida de las protagonistas, siendo precisamente ese aspecto metaliterario el determinante, casi la trama y espacio de la novela.
Una autora excepcional
Carmen Martín Gaite, como diría mi hijo, es una grande. Muy grande diría yo. Si tuviera que elegir un podio de escritoras españolas, las dos Cármenes, esta y la Laforet, estarían sin duda ente ellas. Incluso Martín Gaite con mayor justicia, por su obra literaria quizá de más envergadura. ¿Qué no le daremos el oro olímpico literario español en categoría femenina?, ¿a quién si no?, hagan juego….
Me dicen los profesores de mi hijo que tiene tendencia a la dispersión, y los miro en silencio pensando, pues anda que si conocieran al padre… en fin, que voy a intentar volver a Nubosidad variable sin irme demasiado.
Una gran novela de una gran autora
La novela se publicó en 1992, muy significante en la obra de Carmen porque llevaba cerca de quince años sin publicar. La autora siempre tuvo un especial cariño por este libro, de hecho cuenta que existe una directa relación entre éste y la última obra que publicó.
A través de un sencillo diálogo nos vamos adentrando en la vida de las dos interlocutoras epistolares, pero lógicamente también de sus familiares o amigos. En ocasiones solamente esbozan y en otras profundizan en sus preocupaciones, sufrimientos, en lo que fueron antiguos proyectos ahora rotos u olvidados, pero también nos descubren ilusiones, ternura, comprensión. Un libro de una gran profundidad.
Y gran profundidad tiene también su postura independiente, libre, como casi siempre fue Carmen Martín Gaite. El libro, que ahonda en un feminismo real, ignora todos los tópicos actuales y los imperativos progres, la autora es un pedazo de mujer, lo sabe, se aprecia en cada página. Hasta el punto de que una de sus personajes, en su condición de mujer liberada, opta por ser ama de casa, anatema actual por el que muchas feministas abogarían por quemar el libro.
Igualmente toma con ironía y distancia el ambiente burgués, mostrando un cierto hastío hacia convencionalismos y apariencias.
Un libro que encuentra en las cartas precisamente la mejor forma de expresión, y de poder conocer a las personajes. Sin tener que someterse a una narración continua, sin dispersarse con unos hechos innecesarios.
El libro rebosa lucidez, ironía, pero también amargura, recordando a los Panero, yo diría desencanto.
No me gusta desvelar nada del argumento, creo hay que entrar en los libros con expectativa, y esperando el asombro. Además si alguien quiere que se lo destripen hay páginas de sobra para ello, incluso sanguinarias contraportadas que desvelan incluso los giros más insospechados de cada novela. Así que mi resumen es que se acerquen con ganas de disfrutar de una lectura tranquila, profunda, tierna, en ocasiones amarga, pero siempre humana, muy humana.









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