Es un tópico decir que las sonatas son la joya literaria del modernismo español. Y yo me voy a recrear en el tópico, porque ciertamente lo son. Podría caer en la tentación de la extravagancia y decir otra cosa, y realmente si tuviera humor inglés podría hacer la misma travesía que Don Ramón, y salir del modernismo para acabar en el esperpento, porque esperpéntico sería lo más aproximado a cualquier crítica de quién, tras haberlas leído, pretendiera concluir con una valoración ínfima de la obra.
Bueno, la cosa es que ni tengo humor inglés, ni sabría recrearme en una mordaz paradoja por mucho que relea a Chesterton, ni pretendo salirme del tópico: Las sonatas son una joya, sean modernistas o gallegas.
En todo caso, y a la vista de los años, al menos para mi gusto, es la obra modernista que mejor ha envejecido de la literatura española, y por tanto sólo como inquietud literaria es necesario acercarse a las mismas.
Las sonatas son cuatro novelas cortas, independientes entre sí mismas, que narran cuatro historias acontecidas cada una de ellas en una época de la vida del mismo personaje único, siendo la primavera la novela de juventud y la sonata de invierno su vejez.
El personaje es un emblemático Marqués de Bradomín, personaje ya para siempre inseparable del propio autor.
Otro tópico es definir al personaje como lo hizo su autor, “feo, sentimental y católico”. Y tratándose de Valle-Inclán, pues venga el festival de los tópicos, ¿o acaso se pueden decir de mejor forma las cosas que escribió el propio Don Ramón?.
Verdaderamente es una gozada leer el libro como curiosidad literaria, ¿qué es eso de la literatura modernista?, pues ya tenemos un primer motivo interesante, porque es sin duda un gran y bello ejemplo de ese estilo literario, poco desarrollado en nuestro país, y poco reivindicado en estos tiempos.
Como toda la obra de Valle, no es tampoco un estilo académico, sino que incluso dentro de dicha corriente estética, ya de por sí libre y barroca, es un libro personal, en el que empieza a recrearse el universo de Don Ramón. Y efectivamente, tanto algunos personajes, especialmente el Marqués de Bradomín, como las historias, escenarios o anécdotas, las podemos volver a encontrar posteriormente en la obra de Valle, incluso ya cuando su estilo literario y temática había cambiado totalmente.
El estilo modernista de Valle siendo personal, se enmarca en lo que podíamos encontrar en ese estilo fin de siglo especialmente francés, donde los estetas y decadentistas aportaron un universo abierto y atractivo, tan sugerente como interesante.
Los valencianos sabemos bien de modernismo, de su carácter evocador, artístico, exuberantemente decorativo, sinuoso, de la naturaleza llevada a la piedra. Todo ello está en las sonatas. Desde la naturaleza como omnipresencia del entorno, hasta los artificios literarios, la búsqueda de los sentidos, de evocaciones, de huidas, de decadencia, de belleza, en definitiva, en éste plano no conozco otro libro similar.









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