Sandor Marai es un escritor al que renuncio a etiquetar. Se dice que es un escritor húngaro, pero lo cierto es que cambiaron sus fronteras tiempo después de su nacimiento y su pueblo pertenece a la actual Eslovaquia. Insisten los húngaros en hacerlo propio, pero empezó escribiendo su obra en alemán. Sin embargo, cuando llegaron los alemanes nacional socialistas lo pasó bastante mal, entre otras cosas por considerarlo húngaro. Después llegaron los comunistas y le consideraron un burgués, las cosas aún se ponían peor, así que en 1948 cogió las maletas y salió por patas de la tierra prometida socialista, adquiriendo al cabo de los años la nacionalidad norteamericana donde residió hasta el fin de su vida.
En esta ocasión os traemos una de sus obras más conocidas, El último encuentro. La trama de la novela parte de una aparente sencillez, un anciano general espera en su retiro húngaro a un íntimo amigo con el que apenas se ha tratado los últimos cuarenta años para compartir una sencilla cena. La cena ciertamente parece sencilla, pero regada con un Chablis para el pescado y un Pommard de Borgoña. Ya quisiera yo una cena así de sencilla una vez a la semana.
Los motivos del distanciamiento durante tantos años sustentan una intriga que se mantiene a lo largo de toda la obra. Y para mi ese es uno de los problemas del libro. El hecho de supeditar la novela a la intriga es que el resultado satisfactorio de la novela va a quedar a resultas de ésta. Es decir, el sabor de boca que nos quedará dependerá en gran medida de si la intriga tiene entidad y si su resolución responde a las expectativas. ¿Y es así?. Pues quien quiera saberlo que lea la novela y saque sus conclusiones. Pero aconsejo que quien la lea que se quite esa tensión de encima y disfrute de una narrativa pausada y una historia que se va descubriendo a sorbitos.
Lo que si cabe decir es que esta intriga que va generando una cierta tensión a veces despista del resto de temas amplios que trata la obra. Pero no por ello, se deja de disfrutar de la conversación de los dos amigos.
Aconsejaría no quedarse seco leyendo, y acompañar a los personajes con una copita de un vino que esté a la altura, y dejarse llevar por la conversación fluida. A través de ella vamos a ver precisamente esos cambios políticos y en las naciones que propician lo que indicábamos al principio sobre la vida del propio Marai. Pero también los cambios en los hábitos y en la mentalidad social, así como en los individuos, y consecuencia de ello la dificultad y la posibilidad que tenemos de adaptarnos, o no, a ello, pero en todo caso la imperiosa necesidad de aceptarnos como somos.
Pocos aspectos importantes quedan fuera de una reflexión sobre la vida del general, pese a que es un libro relativamente corto. Sin duda entre otras cuestiones que nos llevaremos con nosotros después de acabar el libro, valoraremos el peso de las decisiones y la progresiva soledad de los seres humanos.
Este autor fue redescubierto en España hace relativamente poco tiempo gracias a la editorial Salamandra, que reeditó su obra, y a la que hay que agradecer su apuesta por traer buenos escritores poco conocidos en España. De hecho este libro se publicó por primera vez en España hace poco más de veinte años. Se muestra por tanto como una estupenda oportunidad para conocer al autor, y en todo caso, como un libro interesante para disfrutar de una lectura tranquila, preferiblemente acompañado de un fresquito Chablis de Borgoña.









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